Nadie nada nunca (Juan José Saer)
El Gato Garay está en una casa sobre una playa en Rincón. Al principio solo, después llega una mujer, Elisa, y le hace compañía. En la casa también hay un caballo, un bayo que le dejaron para cuidar, ya que un asesino de caballos anda suelto en la costa: les pega un tiro en la sien y los tajea a cuchillo. Algunos días también lo visita el Ladeado, que cruza desde la isla, en canoa, para traerle fardos al caballo.
La novela tiene una estructura cíclica e incremental. Se narra una fragmento y luego de reinicia. Se vuelve a contar lo ya contado, con variantes o desde otro punto de vista, y se agrega un detalle más. De este detalle se vale la narración para empezar la siguiente vuelta del espiral.
Uno de los fragmentos más atrapantes es la crónica de todos los asesinatos de caballos que se han sucedido hasta el momento. Otro es el de los pensamientos del Gato Garay sobre el libro que está leyendo; se lo ha enviado su gemelo Pichón Garay desde Francia.
Rica en descripciones sensoriales (sonidos en la noche, formas de la luz atravesar la vegetación, el calor y las sábanas húmedas de transpiración), "Podía oírse hasta el rumor de la luz", no se queda en esa superficie y explora las representaciones (y las repercusiones) de estas sensaciones en la memoria de los protagonistas:
"El silencio que sucede, el ruido del motor, que ya se ha apagado, parece continuar resonando todavía, en el aire negro del exterior, o en el oído, o, mejor, incluso, en la memoria, hasta que desaparece del todo, como si hubiera ido hundiéndose, gradual, entre los pliegues de una sustancia porosa, negra y sin límites".
Rating: 4/5
Original: https://www.goodreads.com/review/show/4385945893